El Papa Francisco realizó comentarios muy negativos contra Israel, en una acción que no sólo no parece agregar nada a la compleja situación que se está viviendo en el Medio Oriente, sino que aumenta las llamas del conflicto en épocas en las que lo más sensato sería intentar calmarlas.
El líder de la iglesia católica dijo que “lo que está ocurriendo en Gaza tiene las características de un genocidio. Debería investigarse con minuciosidad para saber si las acciones se ajustan a la definición formulada por los juristas internacionales”.
El problema que el líder religioso parece omitir es que ¡ya existe una definición de Genocidio! La Enciclopedia Británica da una definición bastante clara: “Genocidio es la deliberada y sistemática destrucción de un grupo de gente por su etnia, nacionalidad, religión o raza”.
¿Acaso lo que ocurre en Gaza se ajusta a esta definición?
El ejército israelí comenzó una contraofensiva en Gaza el 8 de Octubre con el objetivo principal de recuperar a cientos de civiles que habían sido salvajemente secuestrados de sus hogares por la simple razón de ser judíos o habitar en Israel, un país al que ellos ni siquiera le reconocen el derecho a existir. En ese mismo ataque organizado por tropas palestinas de Hamás, fueron masacradas cientos de personas sin piedad, incluyendo ancianos y niños.
El segundo objetivo militar fue desarticular a la organización terrorista Hamás, que no sólo ha atacado desde hace años a los civiles israelíes con misiles, sino que ha sometido a la pobreza y a la decadencia a millones de civiles palestinos.
Los ataques de las Fuerzas de Defensa de Israel fueron realizados siempre con avisos previos, incluso creando un corredor humanitario para permitir a los civiles retirarse de las zonas que serían atacadas (algo nunca visto en una guerra reciente).
Israel fue el que garantizó y custodió el ingreso de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, en camiones que, al ingresar en territorio bajo control palestino, eran saqueados por los propios terroristas de Hamás (a los que, claramente, no les interesan las vidas ni siquiera de sus propios civiles).
A todo esto, es imposible olvidarse de la existencia de millones de palestinos viviendo en Israel con muchas más libertades de las que tendrían en cualquier país árabe.
Y por último, vamos al dato más claro en contra de cualquier acusación de genocidio: el número de ciudadanos palestinos en los territorios en disputa (Franja de Gaza y Cisjordania) ha crecido de 900 mil en 1948 a más de 5 millones en 2024, en un proceso de constante aumento. Siguiendo la lógica, ¡se trataría del genocidio menos eficiente de la historia!
El dato más claro en contra de cualquier acusación de genocidio: el número de ciudadanos palestinos en Gaza y Cisjordania ha crecido de 900 mil en 1948 a más de 5 millones en 2024.
Lamentablemente, no es la primera vez que la Iglesia Católica ha tenido comportamientos negativos hacia el pueblo judío.
Si bien es innegable mencionar que el fallecido Papa Juan Pablo II (1920-2005) tuvo numerosos gestos de amistad hacia el pueblo judío y llegó incluso a afirmar que “los judíos son nuestros hermanos mayores”, es imposible olvidar situaciones trágicas provenientes del Vaticano hacia los judíos.
El Papa Urbano II ordenó las Cruzadas, que terminaron masacrando a comunidades enteras en todo Europa; La Iglesia respaldó la Inquisición en España, lo que impulsó los pogromos en distintas partes de Europa donde miles de judíos perdieron la vida; y, claro, el Papa Pío XII, líder de la Iglesia Católica entre los años 1939 y 1958 mantuvo un silencio que podría considerarse por muchos casi cómplice durante los oscuros años de la Segunda Guerra Mundial.
Uno de los valores más destacados para el judaísmo es la “búsqueda de la paz”. Incluso, nuestros sabios nos enseñan que esa era la característica primordial del Primer Sumo Sacerdote, Aharón HaKohén.
El pueblo de Israel ha tenido que mantener un equilibro difícil que es el de ser constantemente atacado y tener que defenderse dando explicaciones, y a la vez mantener los valores éticos y morales que nos han caracterizado por milenios.
Las palabras de líderes religiosos con influencia internacional no sólo dañan al pueblo judío, sino que hacen que sea cada vez más difícil alcanzar la paz que muchos dicen querer conseguir pero para la que no todos parecen estar dispuestos a ayudar.
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