Mi bisabuela materna, Roizy Tauber, tuvo cinco hijos entre 1938 y 1944, cuando ella misma apenas había salido de la adolescencia. En esa época, mi bisabuela Roizy vivía en Hungría, donde el terrible destino acechaba a los judíos a la vuelta de la esquina. En mi adolescencia, yo siempre pensaba que ella se había comportado de forma imprudente al tener hijos durante ese período.
Cuando llegó a Auschwitz, mi bisabuela estaba en el quinto mes de embarazo de su quinto bebé (una niña). Normalmente eso implicaba ser enviada directamente a las cámaras de gas. Pero mi audaz bisabuela se ofreció como voluntaria para que Mengele le indujera el parto como parte de un experimento. Esa era su única posibilidad de evitar una muerte inminente. Terminó siendo una de las únicas dos sobrevivientes de un grupo de diez que sobrevivió al experimento.
Como mi bisabuela aborrecía hablar de su pasado, sigue siendo un misterio cómo logró salir con vida. Lo único que sabemos es que consiguió huir de la sala de experimentos sin la bebé. ¿Qué pasó con la bebé? ¿Nació muerta o murió después de nacer? Estos detalles se desconocen. Pero de alguna manera mi bisabuela sobrevivió hasta la liberación y se reunió con su marido y sus cuatro hijos que habían logrado esconderse durante toda la guerra. Después tuvieron otros cinco hijos.
En Auschwitz, mi bisabuela prometió que si sobrevivía se iría a vivir al mandato británico de Palestina. Ella convirtió ese sueño en realidad y llegó a la Tierra Santa cuando el Estado de Israel estaba en pañales. Durante esa época, la guerra y la pobreza eran rampantes. Mi abuelo materno nació en 1947, el primer hijo que tuvieron después de la guerra. Él recuerda haber pasado días de hambre, pero mi bisabuela no se amedrentó. Estaba cumpliendo su sueño y nada se interpondría en su camino.
Excepto que algo lo hizo: la polio.
Mi tía abuela contrajo polio, que en esa época era mortal. Como Israel estaba enfrentando constantes ataques y la atención médica era muy diferente de lo que es en la actualidad, la vida de mi tía abuela corría grave peligro. Al no tener otra opción, mi bisabuela emigró con su familia a los Estados Unidos para que su hija pudiera recibir la atención médica que necesitaba para luchar contra su enfermedad.
En parte, así fue como terminé naciendo en los Estados Unidos. Desde muy pequeña me aferré al sueño de mi bisabuela de vivir en Israel. Cuando era una adolescente y escuché lo que ella tuvo que pasar durante el Holocausto, decidí que yo nunca traería hijos al mundo en una época tan convulsa. ¿En qué estaba pensando ella al tener tantos bebés en una época de guerra, terrible persecución y genocidio?
Ahora avancemos hasta el año 2023. Yo vivo en Israel. Cada día me despierto, respiro el aire fresco de Jerusalem y contemplo lo increíble que es que al menos yo haya logrado cumplir el sueño de mi bisabuela de vivir en Israel. Como tengo problemas de infertilidad, paso mucho tiempo en centros de fertilidad, haciendo análisis de sangre y ecografías que ya forman parte del ritmo normal de mi vida.
Entonces llegó el 7 de octubre del 2023, cuando de repente mi certeza de vivir una vida segura estalló en mil pedazos. ¿Debía continuar adelante con los tratamientos de fertilidad durante una época de tanta incertidumbre? Ya lejos de la adolescencia, vi las decisiones de mi bisabuela en aquella época con otros ojos. Abruptamente pasó de ser considerada una bisabuela irresponsable a ser una mujer heroica que ahora me daba fuerzas.
Las dos hermanas de mi bisabuela que sobrevivieron con sus cuatro hijos mayores, nacidos antes del Holocausto. El bebé abajo a la izquierda es mi abuelo, nacido en 1947.
Mi bisabuela no eligió vivir durante esa época tan espantosa. De todos modos, ella tomó difíciles elecciones que expresaban su fe, su esperanza y su profundo compromiso con la vida misma, sin importar cuál fuera el resultado. Hitler dejó un legado de destrucción, Mi bisabuela dejó un legado de más de 1.000 descendientes y una vida de enorme fe y determinación. Ella no podía controlar las circunstancias de su vida, así que puso su confianza en Dios, Quien prometió que la nación judía sería eterna. Con sus profundas reservas de fe y confianza en Dios, mi bisabuela cargó con las futuras generaciones de nuestra nación.
Hoy me esfuerzo por emular a mi bisabuela. Yo tampoco elegí vivir en una época de intenso antisemitismo y guerra. Sin embargo, llevar un bebé en el vientre en Israel durante esta época es extrañamente reconfortante. No puedo controlar mi destino. Entiendo que mi supervivencia en definitiva depende de Dios. Pero me tranquilizan mis elecciones, que reflejan la formidable fe y el compromiso de mi bisabuela, a quien ahora intento emular; elecciones que reflejan mi confianza en Dios, Quien se asegurará de que la nación judía viva eternamente.
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