"Comerás y te saciarás y bendecirás a tu Dios por la buena tierra que Él te entregó".
En la bendición después de las comidas, le agradecemos a Dios no sólo por el alimento que comemos, sino también por sacarnos de Egipto, por la Tierra Prometida, por Su pacto con nosotros, por la Torá, por la vida y por Sus bondades.
Si alguien te invita a una comida, indudablemente le agradecerás. Sin embargo, ¿le dirías: "gracias por recibirme en tu casa, por darme una silla y un lugar en la mesa"? Entonces, ¿por qué cuando le agradecemos a Dios por el alimento que Él nos ha dado, sí enumeramos todas esas otras cosas?
Se debe a que la comparación con el hecho de ser invitado a una comida no es exacta. Una comparación mejor es con alguien que se pierde en el desierto y no tiene nada que comer durante varios días. Si entonces llega un camión y lo dejan subir, y el conductor le da un poco de agua y comida, esa persona le agradecerá profundamente no sólo la comida y el agua, sino también el hecho de haberse detenido para llevarlo y salvarle la vida.
Rav Benzion Bruk dice que eso es lo que debemos sentir hacia Dios. Él no nos provee sólo alimento, ni sólo lo que necesitamos en la vida, sino que también nos da la vida misma. De hecho, debemos expresar nuestra gratitud por todas esas cosas.
Un maestro jasídico preguntó: Si debemos recitar una bendición por cada cosa que disfrutamos en este mundo, ¿cómo es que podemos escuchar música o disfrutar del arte sin decir una bendición?
Él sugirió que aunque el Talmud no prescribe una bendición para cada cosa, es adecuado que la primera vez que decimos cada día la bendición "shehakol nihiá bidvaró – Que creó todo para Su gloria", debemos tener la intención de que esa bendición se aplique a todo aquello para lo cual no fue designada una bendición específica.
Esta es una excelente sugerencia. No debemos perder de vista el hecho de que todo lo que disfrutamos es un regalo Divino.
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