
Los hilos rojos son un símbolo popular de la identidad judía. No es poco común que los turistas compren en Israel hilos rojos a vendedores ambulantes y regresen a casa con uno amarrado en la muñeca para tener buena suerte o protección.
La costumbre se remonta a generaciones pasadas. Recuerdo a mi abuela atando a mi abrigo un roite bendel (cinta roja en ídish) para “mantener alejado al mal de ojo”. Una conocida me contó que la tienda de regalos de su sinagoga vende hilos rojos y le dijeron que fueron "bendecidos" por un rabino.
Hay mucha superstición alrededor de los hilos rojos, y bastante poco sentido común. Aquí está la verdad sobre la historia, el significado —y la falta de sentido— de los hilos rojos y cómo podemos de verdad “mantener alejado el mal de ojo”.
¿Es real el “mal de ojo”?
El concepto de ain hará, 'mal de ojo', se encuentra por toda la literatura judía y expresa algo profundo sobre la naturaleza humana. Le preguntaron a Rabí Eliézer, un sabio del siglo II, cuál es la cualidad más importante que la persona debe desarrollar. Su respuesta fue: esforzarse por desarrollar un “buen ojo”, esto es, encontrar algo positivo para nutrir y alentar en cada persona que conocemos y ver a todos con tolerancia y paciencia (Pirkei Avot, 2:13).
Lo contrario es mirar con ain hará, encontrar defectos y promover el odio. La primera vez que la Torá menciona el “mal de ojo” es en Deuteronomio, cuando Moshé le advierte a Israel qué ocurrirá si fomentan la negatividad y el resentimiento: “Cuídate, no sea que haya algo malo en tu corazón…y tu ojo se vuelva mezquino contra tu hermano necesitado y te niegues a darle [la caridad que necesita]" (Deuteronomio 15:9). La implicación es clara: cuando miras a las personas negativamente, no reconoces sus necesidades y cierras tu corazón.
Cuando presumes sobre tu buena suerte, eso despierta una pregunta en el reino Divino: ¿En verdad mereces toda esa suerte?
También puedes provocar una respuesta de “mal de ojo” de otros por cómo te comportas. Si presumes y llamas la atención sobre las maneras en las que has sido bendecido con éxito material o de otra clase, te arriesgas a provocar envidia e incluso odio en otras personas.
Esa envidia puede afectarte también en el Cielo. La Torá enseña que todo lo que tienes viene de Dios. Él es quien decide cuán adinerado, talentoso o “afortunado” serás. Cuando presumes sobre tu buena suerte, eso despierta una pregunta en el reino Divino: ¿En verdad mereces toda esa suerte? Atraer la envidia y la atención de otros puede volverse en tu contra, llevándote a perder la buena fortuna que ostentabas. El “mal de ojo” no es una fuerza malévola que las personas malvadas pueden canalizar. Es un sistema cósmico de justicia en donde presumir y dar por sentado tus bendiciones te daña a largo plazo.
Negar el “Mal de Ojo”
En épocas antiguas, hay algunos registros de judíos que intentaron evitar ser dañados por la envidia de otros a través de medios mágicos, como juntar sus dedos en posiciones específicas o recitar cierto versículo. El Talmud incluso habla sobre algunos judíos que amarraban hilos rojos alrededor de sus dedos para repeler el mal de ojo, pero advierte que se trata de una costumbre pagana que los judíos no deben seguir (Tosefta Shabat 7:1).
Rav Papa, un líder judío del siglo IV, señaló que creer en Dios, no en la magia, es un principio básico judío. Él citó las palabras del profeta pagano Balak sobre el pueblo judío: “Pues no hay adivinación en (el pueblo descendiente) de Iaakov, ni hechicería en Israel (Números 23:23). Rav Papa comentó: “Este versículo indica que los hechizos no afectan al pueblo judío” (Talmud Pesajim 111a). Sabio consejo.
Un valor judío es vivir modestamente, lo cual incluye no ser ostentoso en exceso ni alardear sobre tu riqueza y buena fortuna.
En los tiempos modernos, algunos judíos al elogiar a alguien dicen bli ain hará, lo que significa literalmente “sin (dar) mal de ojo”. La idea es que uno no desea despertar envidia o resentimiento de otro al señalar la buena fortuna de una persona. Un valor judío es vivir modestamente, lo cual incluye no ser ostentoso en exceso ni no alardear sobre tu riqueza y buena fortuna.
¿Acaso los hilos rojos son algo judío?
En la Torá hay varias menciones de hilos rojos, aunque no tienen nada que ver con repeler el mal de ojo. Cuando la figura bíblica Tamar estaba dando a luz gemelos, lo primero que vieron fue la mano de uno de los gemelos. Para Tamar era muy importante saber cuál de sus hijos salió primero de su vientre, por lo que su partera ató un hilo rojo alrededor de la muñeca de ese bebé (Genesis 38:27-30).
En la antigüedad, en Iom Kipur, el Sumo Sacerdote llevaba dos cabras. Una era sacrificada en el Templo en Jerusalem. La otra tenía una cinta roja atada alrededor de uno de sus cuernos y la enviaban al desierto al sur de Jerusalem. Más tarde, cuando se encontraba la cabra, si la cinta roja se había vuelto blanca, esa era una señal de que los rezos del pueblo judío habían tenido éxito y sus pecados habían sido perdonados.
Una cinta roja aparece nuevamente en la historia de la conquista judía de Jericó. Después de que una prostituta de Jericó llamada Rajab ayudara a dos espías judíos, ellos le prometieron que ella y su familia se mantendrían a salvo durante la conquista judía de la ciudad. Para que los luchadores judíos supieran cuál era su casa, los espías le dijeron a Rajab que pusiera una cuerda roja en su ventana (Iehoshúa 2:18).
Ningún escrito judío establece alguna clase de conexión entre estas historias y los supuestos poderes actuales de usar un hilo rojo.
A veces se utilizan estas historias para dar un sello de aprobación judía a la superstición del hilo rojo. Pero ningún escrito judío establece alguna clase de conexión entre estas historias y los supuestos poderes actuales de usar un hilo rojo.
La tumba de Rajel
La práctica de usar un hilo rojo creció a fines del siglo XIX cuando renovaron la tumba de la matriarca Rajel y el lugar se convirtió en un sitio popular de peregrinaje.
Rajel es una de las figuras más hermosas en la Torá. Ella nació en una casa inmoral e idólatra, pero se convirtió en una jovencita modesta y temerosa de Dios.
Rajel se casó con su primo Iaakov y fue ejemplo de devoción, modestia, bondad y fe. Rajel falleció al dar a luz mientras su familia viajaba a Jerusalem y fue enterrada al sur de la ciudad, cerca de lo que hoy es Belén.
El profeta Jeremías describió a Rajel llorando y rezando por su pueblo, porque la nación de Israel había sido exiliada de su tierra y pasó caminando por donde está el lugar de descanso eterno de Rajel. “Así dijo Dios: se escucha una voz lamentándose, llorando amargamente, Rajel llora por sus hijos; ella se rehúsa a ser consolada por sus hijos, porque fueron expulsados” de su hogar (Jeremías 31:14). La tradición judía enseña que debido a las suplicas de Rajel, un día Dios cederá y pondrá fin a nuestro exilio.
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Durante generaciones, los judíos fueron a rezar a la tumba de Rajel. A finales del siglo XIX los filántropos judíos británicos Sir Moses y Lady Judith Montefiore renovaron la tumba de Rajel y construyeron una hermosa sinagoga junto a ella. En la época, la población judía de la Tierra de Israel estaba creciendo y la tumba de Rajel se convirtió en un destino popular para ir a rezar. Por esa época, la gente comenzó a realizar un peculiar rito con el hijo rojo en la tumba. Abraham Shmuel Hershberg visitó la tumba alrededor del año 1900 y describió que estaba extremadamente llena de gente, tanto hombres como mujeres. “Y hay quienes miden hilos en la tumba. Estos hilos luego son utilizados para curar a los enfermos” (cita de Rachel’s Tomb: The Development of a Cult, por Susan Starr Sered, Jewish Studies Quarterly, volumen 2, número 2 [1995], paginas 103-148).
Se convirtió en una práctica popular enrollar un carrete de hilo o cinta roja alrededor de la tumba de Rajel (algunos insisten que debe hacerse siete veces). Pensaban que después el hilo tenía propiedades mágicas. Si es que existe algo así como un hilo rojo judío “autentico”, entonces este es el que pasó por este ritual en la tumba de Rajel (Vaya uno a saber cuántos de los hilos “mágicos” que se venden en Israel y en el mundo realmente estuvieron en la tumba de Rajel).
Cree en Dios, no en un hilo
La investigadora israelí Dra. Elly Teman afirma que usar un hilo rojo se ha vuelto más popular en las últimas décadas, tanto en Israel como en la comunidades judías del mundo (ver The Red String: A Cultural History of a Jewish Folk Symbol por Elly Teman. Jewish Cultural Studies, Bronner, SJ, ed. [2008], paginas 28-57).
Sin embargo, la Torá deja claro que los judíos deben alejarse de la magia y la superstición (ver Deuteronomio 18:9). Si quieres ponerte un hilo rojo alrededor de tu muñeca porque piensas que se ve bien, adelante. Sólo no esperes que tenga más poder o significado que cualquier otra joya que uses.
Si realmente quieres evitar el mal de ojo, hace casi 3.000 años el profeta Mijá dio una formula infalible para lograrlo: “¿Qué te pide Dios sino hacer justicia, amar la bondad y caminar humildemente con tu Dios?” (Mijá 6:8).
Vive con simpleza y en vez de enfocarte en lo que tienes concéntrate en lo que puedes hacer por otros. Eso es mucho más poderoso que ponerte un hilo rojo.
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