Al reprochar a los israelitas por el incidente de los espías, Moshé dijo: "Dios escuchó el sonido de sus palabras y se enfureció" (Deuteronomio 1:34)
¿Qué significa "el sonido de sus palabras"? ¿No hubiese sido suficiente decir: "Dios escuchó sus palabras"?
Moshé dijo: "Tomaron en sus manos del fruto de la tierra y descendieron a nosotros, trayéndonos informe. Y dijeron: 'Buena es la tierra que Dios nos entrega'. Pero no accedieron a subir" (Deuteronomio 1:25-26). Si el reporte fue tan favorable, ¿por qué no quisieron subir a la tierra?
La palabra hablada es diferente de la palabra escrita. El tono de voz puede ser sarcástico y dar a las palabras el significado completamente opuesto. Cuando los espías dijeron: "La tierra es buena", el tono sarcástico de sus voces indicó exactamente lo contrario.
Los espías les mostraron a los israelitas los bellos frutos que habían llevado. Pero la inflexión de "estos son sus frutos" transmitió el siguiente mensaje: "¡Miren el tamaño de los frutos! Frutos gigantes, personas gigantes. Son invencibles" (Midrash).
A esto se refirió Moshé. Las palabras en sí mismas eran buenas, pero el sonido de las palabras transmitió su verdadero significado.
Debemos tener tanto cuidado de la forma que hablamos como de lo que decimos. La comunicación no verbal puede ser todavía más efectiva que lo que uno verbaliza. Debemos tener tanto cuidado de no "hablar" lashón hará con el cuerpo como nos cuidamos con la lengua.
"Porque Hashem, tu Dios, estaba contigo, nada te faltaba" (Deuteronomio 2:7)
El rey Salomón dijo: "Quien ama el dinero no se saciará de dinero" (Eclesiastés 5:9). Le preguntaron al multimillonario J. Paul Getty: "¿Cuánto dinero es suficiente?". Él respondió: "Sólo un poco más".
Esto es cierto no sólo respecto al dinero, sino prácticamente en todas las búsquedas materiales. Nuestros deseos son como pozos sin fondo, que nos dejan sin una satisfacción duradera.
El Talmud dice: "Este es el camino de la Torá: comer pan con sal, beber agua en poca medida y dormir en el suelo" (Pirkei Avot 6:4). Esto no significa que debamos llevar una vida de privaciones. Más bien implica que si podemos estar satisfechos con lo esencial de la vida, entonces somos libres para dedicarnos al estudio de la Torá aunque vivamos cómodamente. Pero si tenemos que buscar comodidades y conveniencias, la búsqueda de estas cosas dominará nuestra vida y nos apartará de la Torá.
Una persona cuyo deseo principal es estar cerca de Dios no carece de nada. Todo lo que tiene lo satisface.
Tuve el privilegio de visitar al Steipler. Él vivía con enorme simpleza. Se negaba a aceptar cuando le regalaban dinero, porque no necesitaba nada más que lo que tenía. Era mucho más feliz que muchas personas que viven con gran opulencia.
Esto mismo ocurrió con muchos de nuestros justos líderes. El Jafetz Jaim tenía abierta su tienda sólo hasta que ganaba suficiente para las necesidades de ese día. Él vivió más de 90 años y es mucho más recordado que algunas personas cuya búsqueda constante de riqueza llevó sus vidas a un fin prematuro, y quienes pueden ser recordados sólo por fríos monumentos.
Estamos sujetos a dos grandes influencias: nuestras emociones y nuestro intelecto. Nuestras emociones pueden producir infinitos apetitos, mientras que nuestro intelecto nos enseña que la felicidad no se logra a través de la gratificación de los deseos físicos.
Lo que nos distingue como seres humanos es nuestro intelecto. También los animales son motivados por sus emociones. Debemos tener suficiente orgullo en la dignidad de ser humanos como para vivir nuestra vida de acuerdo con nuestro intelecto. Eso confirmará las palabras de Moshé: que cuando Dios está con nosotros, no carecemos de nada.
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