La porción de la Torá de esta semana habla sobre varias clases de sacrificios que se ofrecían en el Mishkán, el sagrado Tabernáculo, en el desierto. Uno de estos sacrificios era la ofrenda de agradecimiento que llevaba alguien que había sobrevivido a una crisis que puso en peligro su vida para expresar gratitud a Dios. A diferencia de otros sacrificios, la ofrenda de agradecimiento requería que la persona llevara 40 hogazas de pan. Cuatro de esos panes iban a los cohanim, la casta sacerdotal, pero quedaban 36 panes que debían comerse ese mismo día. ¿Por qué Dios ordenó que específicamente en la ofrenda de agradecimiento se llevaran 40 panes y que se consumieran en un solo día?
Lección:
Obviamente la persona que llevaba el sacrificio no podía comer los 36 panes ella sola. Entonces invitaba a su comunidad, amigos y familiares a una celebración, y juntos comían todo antes de que terminara el día, para que no quedara nada. Los invitados preguntaban al anfitrión cuál era la ocasión de la reunión, y él publicitaba que Dios lo había salvado y que llevaba una ofrenda especial de agradecimiento como muestra de gratitud.
Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros. A veces, Él capta nuestra atención de maneras que nos hacen comprender que sólo Dios nos ha salvado. Por ello, celebramos y publicamos el milagro con amigos y familiares.
Curiosamente, un famoso comentario de la Torá, el Imrei Emet, sugiere que en cada momento, seamos o no conscientes, Dios siempre nos está salvando. El simple hecho de que puedas leer esto significa que millones de cosas en tu cuerpo están funcionando correctamente: la vista, los latidos del corazón, la circulación sanguínea, la digestión, etc. Millones de procesos trabajan juntos de manera armoniosa y sin interrupciones para que podamos vivir con normalidad. Nuestros cuerpos están compuestos de varios sistemas, que a su vez están formados por órganos, que están formados por miles de millones de células, que están formadas por subcompartimentos celulares, que están formados por miles de millones de átomos. Y todos ellos funcionan en una sinfonía perfecta para mantenernos con vida, con la ayuda de Dios, hasta los 120 años.
Esto es un verdadero milagro. Sin embargo, lo damos por sentado. Por eso, cuando alguien comprende que Dios lo ha salvado, experimenta una mayor conciencia del amor y la bondad Divina. Agradece a Dios desde lo más profundo de su corazón y comparte esa conciencia con su comunidad, amigos y familiares. Porque no es sólo que Dios haya salvado a esa persona que llevó el sacrificio, sino que Dios nos está salvando a todos en cada momento, y debemos publicitar y celebrar ese milagro juntos.
No es coincidencia que en hebreo la palabra para judío sea iehudí, que proviene de la raíz hodaá, que significa “agradecer”. La esencia del judío es expresar gratitud, comprender que Dios nos ama, nos sostiene y se preocupa por nosotros. Cuando compartimos esto con el mundo, expresamos nuestra verdadera esencia como judíos: reconocer a nuestro Creador y presentar nuestra propia ofrenda de agradecimiento a Dios.
Ejercicio:
Publicita a tu manera un milagro que Dios haya hecho o haga por ti. Puede ser tan simple como reconocer que todo proviene de Dios cuando alguien te pregunta cómo estás, o compartir con otros una historia sobre un momento en el que sentiste que Dios te salvó. Siente verdaderamente el amor de Dios hacia ti, siente gratitud y agradécele.
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