
—¿Cuánto tiempo vas a tocar música?
—Hasta que tenga éxito y luego me instalaré.
—¿Pero cuándo será eso?
—¿Cuándo qué? (Realmente no entendí la pregunta).
—¿Cuándo es el éxito?
Esta persona no sabe que su pregunta cambió mi vida por completo. Nunca había pensado en cuál era mi definición subyacente de éxito, y después de considerar la pregunta, llegué a una conclusión sorprendente: puedes tener éxito en lo que haces y aún así fallar en la vida.
La palabra “éxito” es un marcador de algo más profundo. Todos buscamos algo en la vida. Tiene muchos nombres, incluyendo felicidad, realización, amor, aprecio y alegría, por nombrar algunos. Está detrás de todo lo que estamos persiguiendo. Pero, con demasiada frecuencia, perseguimos fantasmas.
No es la cosa que queremos. No es el momento, el lugar o la posición que deseamos. No es el dinero, los logros ni ninguna de las cosas superficiales. Buscamos la sensación de “estoy bien” o “la vida está bien” que está al otro lado.
Piénsalo. ¿Por qué deseas lo que deseas? Hay una sensación de bienestar que crees que obtendrás cuando llegues a tu destino deseado. Es la sensación de estar vivo o la alegría que deseas, que crees que el nuevo objeto material o la relación te dará. Todo lo que deseamos realmente es porque queremos sentirnos bien con nosotros mismos y con nuestra vida.
En hebreo esto se llama taanug, o la energía divina y la alegría espiritual que existe dentro de todas las cosas. Es esta luz la que llama a nuestra alma. El objeto de nuestro deseo, lo que nos atrae, no es el objetivo sino es el medio para el objetivo más profundo que estamos buscando, esa sensación de placer y significado profundo.
Comprender esto transforma la espiritualidad de ser una escapatoria del "mundo real" a ser una forma de acceder al "mundo real".
En lugar de preguntar: “¿Qué necesito del mundo para sentirme bien?”, pregunta: “¿Por qué no me siento bien ahora mismo?”
Pasamos la mayor parte de nuestras vidas tratando de llegar a algún lado y convertirnos en algo, pero tal vez tengamos la ecuación al revés. ¿Y si pudiéramos encontrar la alegría y el amor que realmente deseamos aquí mismo, ahora mismo?
Sufrimos porque sentimos que este momento no es lo suficientemente bueno. Cuando aceptamos y abrazamos plenamente el momento en el que estamos, nos sentimos bien. En esencia, el éxito es un trabajo interno.
La Mishná enseña: “Haz teshuvá (arrepéntete) el día antes de morir” (Ética de los Padres, 2:10). Obviamente, no sabemos cuándo vamos a dejar este mundo. Entonces, ¿cuándo se supone que debemos hacer teshuvá? Esto significa que debemos hacer teshuvá todos los días.
Pero si eso es cierto, ¿no hubiera sido más fácil escribir simplemente “Haz teshuvá todos los días”? ¿Por qué escribirlo de esta manera extraña, “el día antes de morir”?
El Rebe de Piacenza comparte una visión que cambia la vida. La Mishná nos enseña que debemos vivir como si no hubiera un mañana. Haz de este momento todo lo que tienes.
De hecho, otra Mishná enseña: “Si no es ahora, ¿cuándo?” La mayoría de las personas entiende esto como carpe diem – aprovechar el día. Pero el significado más profundo es que si no es ahora, ¿entonces cuándo? Siempre existe sólo el ahora. El pasado existe como un recuerdo y el futuro aún no ha llegado. El momento presente es el único momento que existe.
La respuesta a lo que realmente queremos está en nuestra capacidad de vivir y amar el momento presente por todo lo que es. El éxito es vivir con ese amor, alegría y paz que buscamos obtener de cualquier persona, lugar o cosa. Eso está disponible ahora.
Aquí hay tres formas prácticas de acceder a esta alegría que ya estás buscando:
- Aprecia: Una de las oportunidades más subestimadas que tenemos en cualquier momento es reconocer lo bendecidos que ya somos. Hay infinitas razones para estar agradecidos. Tómate unos minutos y piensa en todas las cosas que quizás das por sentadas, y recuerda que nada es un hecho.
- Deja las expectativas: Una de las razones principales por las que nos sentimos frustrados o molestos en nuestras vidas son las expectativas que tenemos sobre la vida. Hoy no debería haber tráfico. Ella ya debería saber cómo limpiar lo que ensucia. ¿No sabe que no me gusta cuando hace eso? Esta clase de pensamientos nos alejan de lo que está sucediendo y nos llevan a un lugar mental de lo que preferiríamos basado en nuestras nociones preconcebidas de la vida. Esto siempre conduce al dolor. Las expectativas son resentimientos esperando suceder.
- Estar presente: En definitiva, la clave para la alegría es el momento presente. Si nos sentimos infelices o preocupados, es porque mentalmente prestamos demasiada atención a los recuerdos del pasado o a lo que imaginamos para el futuro. Pasa este momento enfocándote en lo que está sucediendo justo frente a ti, sin prestar atención adicional a lo que está pasando en tu cabeza. Siente lo que tus pies sienten. Presta atención a tus manos y mira si puedes sentir la circulación. Mira afuera y observa todos los colores del mundo, simplemente nota todo lo que hay a tu alrededor. Los sonidos, la variedad de vida que se despliega ante ti, relájate y respira.
Abraza la alegría que ya está aquí para ti ahora y comprende que tú eres la luz al final del túnel.
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