La frase más común de la Torá es: “Y Dios habló a Moshé, diciendo…”. En la porción de esta semana, la Torá nos da un poco más de información: “Dios habló a Moisés en el monte Sinaí, diciendo...” y luego continúa con las leyes de shmitá, lo que implica dejar que la tierra de los judíos repose cada 7 años. ¿Cuál es la conexión específica entre las leyes de shmitá y el hecho de que se nos diga que Dios dio este mandamiento en el monte Sinaí?
Lección:
La Torá en su totalidad fue entregada al pueblo judío en el monte Sinaí. ¿Por qué se lo menciona específicamente sólo en esta parashá? ¡Los judíos escucharon todos los mandamientos en el monte Sinaí!
¿Qué es shmitá? Un agricultor judío trabaja duro para ganarse la vida regando, sembrando, planificando, arando, labrando sus cultivos hasta que Dios le dice que durante un año entero debe detenerse. Pero esta es su fuente de ingresos…, ¿cómo va a ganar dinero para mantener a su familia durante este tiempo? Shmitá es una mitzvá hermosa porque es una forma muy física y tangible de practicar la fe en Dios que tratamos de implementar.
Durante el año de shmitá, la tierra queda en barbecho. Se vuelve hefker – sin dueño, accesible para todos. Aprovechamos este tiempo para reconocer que en realidad la tierra siempre es de Dios, que Él nos ha permitido usar. Durante shmitá la tierra regresa a su Fuente, a su verdadero dueño: Dios, quien la creó. Durante el año de shmitá la tierra simplemente existe, no para producir, ni para crear, ni para dar. Sólo para ser. Así también el agricultor simplemente tiene que ser. Debe tener fe completa en que Dios le proveerá a pesar de no tener ingresos.
Desde ese lugar de no hacer, pero de reconocer que todo viene de Dios, la tierra podrá producir mucho más. Este es un secreto increíble: pensamos que correr, hacer, producir, girar sin parar da más, pero eso es una ilusión. Nos gusta pensar que tenemos el control, pero cuando nos detenemos y reconocemos que en realidad todo es de Dios y que Él dirige el espectáculo, permitimos que se manifieste algo mucho más grande que nosotros y nuestros esfuerzos. Permitimos que Dios entre en nuestras vidas. Y con Dios, todo es posible.
Sería fácil para un agricultor pensar: “¿Qué? ¿No trabajar durante un año? ¿Cómo voy a sobrevivir?”. Pero eso nos obliga a reconocer que todo proviene de Dios. El mismo Dios que nos creó también nos sustenta. Y aunque tenemos el deber de llevar adelante nuestro mejor esfuerzo, Dios nos enseña una hermosa lección: que, en última instancia, es Él quien nos mantiene vivos y es responsable de nuestra existencia. Este es el punto de la Torá y las mitzvot: reconocer a Dios en nuestras vidas. Apartar el velo de la naturaleza para revelar debajo de todo, la mano amorosa de Dios.
Ejercicio:
Haz espacio para Dios en tu vida. Toma un aspecto de tu vida que sientas pesado por la responsabilidad. Pídele a Dios ayuda y reconoce que, en última instancia, Él está a cargo. Observa si esa tarea se siente más liviana.
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