
La economía conductual, un campo que combina la psicología con la economía, han transformado nuestra comprensión de la toma de decisiones en los mercados. Pero mucho antes de que se acuñara este término, las raíces de esta disciplina fueron sembradas por algunas figuras inesperadas: los verdaderos pioneros de las finanzas.
La teoría económica tradicional asume que las personas toman decisiones únicamente basadas en las matemáticas y la lógica. La economía conductual, en cambio, reconoce que los factores psicológicos a menudo influyen en las decisiones financieras, lo cual explica por qué las personas a veces actúan de forma irracional en los mercados. Muchos pensadores prominentes, como Daniel Kahneman, Richard Thaler, James Montier y Daniel Crosby, han contribuido al crecimiento de este campo. Tanto Kahneman como Thaler han ganado Premios Nobel de Economía por sus aportes revolucionarios.
Aunque muchos consideran que con ellos comenzó este campo, sus raíces son mucho más profundas. Algunos podrían pensar que el pionero de la economía conductual fue Benjamin Graham, cuyo libro El Inversor Inteligente (1949) introdujo ideas clave, pero no es del todo correcto. Otros podrían señalar a Adam Smith, cuyo libro La Teoría de los Sentimientos Morales (1759) exploró cómo las emociones influyen en las decisiones económicas. Sin embargo, ese tampoco es el ejemplo más antiguo.
Los verdaderos pioneros de la economía conductual pueden rastrearse hasta el Talmud, un texto con orígenes de hace más de 3.300 años. Dividido en 63 tratados, varias secciones se centran en la ley, las finanzas y, como veremos, la economía conductual.
1. Aversión al riesgo y a la pérdida
El Talmud discute leyes relacionadas con los custodios que resguardan la propiedad ajena. Estas leyes varían según si el custodio es remunerado, reflejando distintos niveles de responsabilidad y aversión al riesgo asociados a la compensación. Esto se asemeja a la teoría moderna de la aversión al riesgo, que indica que las personas están más dispuestas a asumir riesgos si se les compensa. Los Tosafot, un grupo de comentaristas talmúdicos del siglo XII y XIII, explican en Bava Metzia 42a que un custodio no remunerado asume menos riesgos por temor a una pérdida personal mayor, a diferencia de un custodio pagado, que tiene una especie de "colchón" o protección.
2. Sensibilidad decreciente
En Bava Metzia 21a, el Talmud analiza cuándo un objeto perdido puede ser conservado por quien lo encuentra. Un principio clave es si el dueño perdió la esperanza de recuperarlo, así como el esfuerzo que debe hacer para recuperarlo en comparación con el valor del objeto. Los sabios distinguen entre un kav (unidad de volumen) de grano esparcido sobre cuatro amot (unidades de espacio) y medio kav sobre dos amot. Esto se puede entender mediante el concepto de sensibilidad decreciente.
En el caso del kav esparcido en un área más amplia, el dueño podría percibir la pérdida como demasiado grande y dispersa para recuperarla, y por tanto renuncia a hacerlo. En cambio, medio kav en un área más pequeña parece más recuperable y vale la pena el esfuerzo. El impacto psicológico de perder una porción más pequeña, pero concentrada, es más significativo.
Esto refleja la sensibilidad decreciente: el dueño siente menos impacto emocional por cada parte del kav a medida que el tamaño total de la pérdida crece, lo que lo lleva a abandonar el esfuerzo por recuperarlo, mientras que una pérdida más pequeña y localizada se siente más manejable y vale la pena perseguirla.
3. Anclaje
En Bava Batra 90b, el Talmud discute precios justos y regulación del mercado, incluyendo cuánto beneficio puede obtener un comerciante. El Talmud establece límites sobre el sobreprecio, lo cual se alinea con el efecto de anclaje: cuando el primer precio presentado (el "ancla") influye en las negociaciones y percepciones de valor posteriores. Al establecer directrices legales para precios justos, el Talmud reconoce cómo las personas se ven influenciadas por su percepción inicial del valor.
4. Sesgo del presente y descuento hiperbólico
En Ketubot 102b, el Talmud aborda el contrato matrimonial y cómo ciertos pagos pueden diferirse o estructurarse a lo largo del tiempo para la exesposa. Esto refleja el sesgo del presente, donde las personas prefieren recompensas inmediatas en lugar de recompensas mayores pero diferidas, un concepto conocido en la economía conductual como descuento hiperbólico. Las normas legales del Talmud buscan mitigar esta miopía ofreciendo protecciones tanto para pagos inmediatos como diferidos.
5. Contabilidad mental
El Talmud en Ketubot 50a trata la importancia ética de la caridad y las leyes del diezmo. Separar una porción específica del ingreso para caridad puede verse desde la perspectiva de la contabilidad mental, donde las personas dividen el dinero en categorías distintas (como caridad, ahorro, gasto), lo cual afecta su comportamiento financiero. El diezmo crea una “cuenta mental” para la caridad, fomentando un comportamiento financiero responsable al presentar la caridad como una obligación financiera separada.
Los ejemplos que compartí son sólo una pequeña muestra de este vasto tema. Así que, con todo respeto para mis contemporáneos y los grandes pensadores de los últimos siglos por sus contribuciones a las finanzas conductuales, los verdaderos pioneros de la economía conductual se encuentran en el antiguo texto del Talmud.
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