En la parashá de esta semana, Dios nos dice que la tzaraat —una clase de lepra espiritual que aparece al cometer ciertos pecados, especialmente hablar de forma despectiva— también podía manifestarse en las casas. El dueño tenía que sacar todo lo que había dentro, y un cohen (sacerdote) determinaba si, efectivamente, era tzaraat. Si se confirmaba, entonces la parte de la pared afectada debía ser removida.
¿Te imaginas tener que vaciar completamente tu casa? ¡Qué tarea tan pesada! Pero más abrumador aún sería empezar a derribar paredes para asegurarse de que no quedaran rastros de tzaraat. Sin embargo, algo milagroso ocurría a menudo cuando removían las paredes. Muchos años antes, cuando los cananeos escucharon que los judíos conquistarían la tierra, escondieron sus tesoros en las paredes de sus casas. Así que cuando los judíos derribaban las paredes, ¡frecuentemente encontraban oro y otros tesoros ocultos!
¡Imagínate la emoción de encontrar esos tesoros! Apenas unos momentos antes probablemente se lamentaban por tener que destruir su casa. En vez de pensar que esta tzaraat les estaba ocurriendo a ellos, entendían que estaba ocurriendo para ellos. Todo lo que Dios hace es por nosotros, para nuestro beneficio. Sin embargo, si pensamos que somos víctimas de las circunstancias, movidos de aquí para allá sin sentido, es probable que pasemos por alto muchas oportunidades que están ahí sólo para ayudarnos a convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos. Pero si en cambio nos detenemos y reflexionamos que esto no me está sucediendo a mí, sino para mí, entonces podremos extraer las muchas bendiciones que nos esperan en ese momento.
Es cierto, aún era necesario derribar la pared. La tzaraat seguía siendo consecuencia de su pecado. Pero cuando reconocían sus fallos y se comprometían a mejorar, entonces Dios les enviaba una recompensa especial. Así también ocurre en nuestra vida. A veces necesitamos recordatorios de que ciertos aspectos de nuestra vida o de nuestro ser necesitan corrección y crecimiento. Pero esos recordatorios son para nosotros, para nuestro beneficio, para nuestro crecimiento, para ayudarnos a convertirnos en las personas increíbles que Dios sabe que podemos ser.
La palabra hebrea para "mancha" es nega. Curiosamente, la palabra hebrea para "placer" es oneg. La diferencia entre ambas es la ubicación de la letra hebrea ain, que también significa “ojo”. Todo depende de nuestra perspectiva. Podemos ver las cosas como una mancha o como un placer; depende de nuestra perspectiva. Si creemos que las cosas nos están pasando, pueden parecer manchas. Pero si las vemos como sucediendo para nosotros, como un acto de amor divino, entonces se transforman en una experiencia placentera que nos permite encontrar los tesoros escondidos bajo la superficie.
Ejercicio:
Cuando enfrentes una molestia o inconveniente, piensa que esto está sucediendo para servirte a ti y a tu propósito en este mundo.
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