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Por favor, no me interrumpas

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Bamidbar, 12:6: “Por favor, escuchen Mis palabras…”

Rashi, 12:6: Dh: Shimu na – “El expresión ‘por favor’ siempre es una solicitud.”

Siftei Jajamim, 12:6, Os 80: “Esto significa que aunque Dios estaba enojado con ellos… no obstante, la expresión de ‘por favor’ es siempre un lenguaje de súplica, y Él les habló con suavidad, porque si sus palabras hubieran sido con enojo, no habrían sido escuchadas. Esto enseña un argumento de kal vajomer (con mayor razón) para los seres humanos: que deben hablar con suavidad”.

La porción de la Torá termina con el episodio en el que Miriam y Aharón cuestionan las acciones de Moshé con respecto a su esposa. Después de su conversación, Dios aparece y los reprende. Él comienza con una expresión inusual: “Por favor, escuchen Mis palabras.” Rashi, como lo explica el Siftei Jajamim, nota el uso de la palabra na, por favor, para mostrar que, aunque Dios estaba muy enojado con Miriam y Aharón, aun así les habló con suavidad, para enseñar cómo una persona debe reprender a su semejante.

El Bartenura en Pirkei Avot deriva una lección diferente de las palabras de Dios. Él escribe que de allí proviene una enseñanza de Pirkei Avot: La Mishná dice que hay siete características de una persona sabia. Una de ellas es: “veeinó nijnás letoj divré javeró”. Literalmente, esto significa que no interrumpe las palabras de su compañero. Es decir, que cuando alguien le habla a una persona sabia, ella no lo interrumpe en medio de su discurso, sino que espera a que termine de hablar. El Bartenura escribe que aprendemos esto de cuando Dios les dice a Miriam y Aharón: “Por favor, escuchen Mis palabras”, indicando que deben permitirle terminar de hablar y no interrumpirlo. De aquí aprendemos que también nosotros debemos permitir que nuestro prójimo termine de hablar y no interrumpirlo.

¿Por qué es esto tan importante? El Bartenura ofrece una explicación. Si una persona está hablando y es interrumpida, eso lo confunde y lo distrae, y puede perder el hilo de lo que estaba diciendo. De acuerdo con esta interpretación, es un argumento de kal vajomer (con mayor razón) desde Dios: si incluso Dios, que nunca se confunde, pidió a Miriam y Aharón que lo escucharan sin interrumpir, cuánto más nosotros debemos actuar de esa manera para no confundir al otro.

Los comentaristas traen otras explicaciones de la Mishná que también pueden derivarse de las palabras de Dios a Miriam y Aharón. Rabenu Iona se enfoca en el hecho de que es una buena cualidad abstenerse de interrumpir al prójimo. Según esto, Dios estaba transmitiendo esta idea al instruir a Miriam y Aharón a escuchar todas Sus palabras antes de responder, porque eso es derej eretz (la conducta adecuada).

Otra interpretación de la Mishná es que al no interrumpir a una persona que está hablando, uno puede comprender realmente lo que su prójimo quiere decir. Pero si uno lo interrumpe antes de que termine, no podrá captar bien su punto. Esta interpretación enfatiza que sólo se puede llegar a ser sabio si se escucha realmente lo que los demás dicen, y un aspecto clave de esto es permitir que terminen de hablar. Además, a veces una persona puede dejar que el otro termine su punto, pero en su interior ya está pensando cómo va a responder en lugar de prestar atención plena. De acuerdo con esta explicación, Dios estaba enseñando que Miriam y Aharón debían prestar total atención a lo que Él decía, y no pensar en su respuesta.

Todas estas explicaciones apuntan a que es tanto una buena cualidad como una clave para la sabiduría permitir que el otro termine de hablar. A menudo existe la tendencia a querer refutar lo que el otro dice, y como consecuencia, el “oyente” en realidad nunca comprende ni absorbe lo que su compañero le está diciendo. Esto puede ocurrir incluso cuando se escucha a un maestro.

En contraste, la capacidad de escuchar de corazón y comprender lo que otros dicen es una de las claves para la grandeza. El Alter de Novardok expresó este punto al alabar la grandeza de Rav Jaim Ozer Grodzensky: “Su sabiduría y genialidad eran tan grandes, profundas y amplias, porque cuando era joven, siempre se encontraba en la presencia de los Guedolei Hador (líderes de la Torá de la generación). Él nunca les decía: ‘acepten mi opinión’, sino que se convertía en un ‘recipiente’ que escuchaba y absorbía todas las opiniones y explicaciones de todos los Guedolim. Él absorbió en su propio ser toda la sabiduría que escuchó, y su daat (mente) se purificó y elevó por la grandeza de muchas generaciones que se incrustaron en su mente”.(1)

Cuando la gente habla de la grandeza de Rav Grodzensky, a menudo se enfocan en su increíble genio natural y su capacidad para pensar en muchas cosas a la vez. Pero vemos por las palabras del Alter que la clave de su grandeza fue su disposición a absorber todo lo que escuchaba.

Que merezcamos aprender la lección de Dios, emular a Rav Grodzensky y así alcanzar la sabiduría.


  1. “Hameorot Haguedolim”, citado en Mishel Avot, ibid.

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